Desde que por una serie de avatares historicos naciera la iglesia anglicana para permitir que el rey Enrique VIII se divorciara la relación entre Roma y Londres ha sido más bien ambigua. La religión anglicana es casi terrenal y la católica muy etérea. Desde su este cisma la Europa Atlántica y la Mediterránea se separaron un poco más en su concepción del mundo.
De hecho una de las definiciones de esta iglesia ni católica, ni protestante con más éxito es la que la define como: Una, santa, cristiana,evangelica no católica y no romana.
Próximamente el Papa de Roma, va a visitar las islas y se va a dar un hecho único en la historia: La iglesia católica va a cobrar por las misas sobre los seis euros. El Vaticano llama a esta tasa “colaboración” e incluye el pasaporte hasta el lugar del evento.
El acto es una visita de estado, por eso el estado de Reino Unido correrá con la mayor parte de los gastos (según El pais unos 14.5 millones de €) . Esto ha llevado a una gran polémica en el país anglosajón donde los católicos son una minoría y donde se mira con lupa cada “pound” que gaste el gobierno. Aunque, eso si, la iglesia católica correrá con los gastos de los actos pastorales (8.5 millones, según la misma fuente).
El asunto es que mientras el estado debe pagar una factura de un acto de propaganda de otro estado, este segundo se viste de religión y cobra a sus fieles una ayudita. La eterna dicotomía entre el poder terrenal y el divino. El Vaticano cuando le interesa es un estado y cuando no una entidad religiosa. El Vaticano cuando le interesa es uno de los mayores inversionistas del mundo y cuando no una beatifica institución que ayuda a los pobres.
Hecho este harto indignante para una gran parte de la pragmática sociedad británica que a estas alturas del siglo XXI no comprende bien como la política nacida en el siglo XVI le sigue costando sus preciosas y bien ganadas libras esterlinas.
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