No sé si hemos perdido la cabeza, o si estamos a punto de perderla. Hace poco saltó a los medios locales y nacionales la noticia de que la una discoteca de Águilas (Murcia) había sido amenazada por grupos yihadistas (ni más ni menos) a causa de su nombre y de su morfología, los cuales consideran ofensivos.
Dicha discoteca se llama “La Meca” y recrea formas de la arquitectura árabe. Hasta ahí su vinculación con ese mundo. Por lo demás es un local de ocio como otro cualquiera, con su parte buena: Diversión, y su parte mala: Excesos.
Este local se ha hecho famoso a pesar de los intentos de sus dueños y gerentes por apartarlo de la polémica, que han llegado a decidir un cambio de nombre, según indica La Verdad de Murcia: “El propietario de la discoteca ha colgado en su página web atacada, actualmente en remodelación, un concurso de ideas para cambiar el nombre del bar de copas, y se ha puesto en contacto con la comunidad islámica de la Región como prueba de buena voluntad”.
A finales del siglo XX, después de la caída del telon de acero, nacieron dos teorías sociológicas que habrían de marcar tendencias: La del fin de la historia, que proclamaba la globalización como el tren al que terminarían subiéndose todos los pueblos camino del progreso (Francis Fukuyama). Y la de la guerra de civilizaciones que preveía luchas entre las principales culturas humanas que al haberse extinguido las ideologías se alimentarían de diferencias culturales para seguir guerreando (Huntinton).
La antítesis de estas ideas es la de la alianza de civilizaciones que con tanto tesón un poco naif defiende Zapatero, es decir la de la unión en pos del progreso de diferentes pueblos culturas y religiones.
Pareciera que lo lógico es entenderse, pero la verdad es que en occidente ante el “buenismo” de un sector de la izquierda, se antepone el maniqueísmo de la derecha más simplona, que como predijo el citado Huntinton busca enemigos, e incluso los crea y provoca (véase el reciente caso de la quema de Coranes en Florida).
Y en el mundo musulmán (mas de mil millones de personas) prende con fuerza brutalidad demagógica de los yihadistas, que buscan y encuentran un chivo expiatorio en occidente. Aunque lo cierto es que el verdadero músculo de los extremismos en este ámbito se basa en la incultura promovida por las teocracias, y en la miseria. Es fácil manipular, y encender los odios de quien tiene hambre y restricciones de toda clase.
Detrás de toda la geopolítica, amarrados a los hilos del poder están los sentimientos atávicos de la xenofobia, el miedo y el rencor en todos lados. Todos ellos azuzados convenientemente al son de los intereses de los dirigentes de turno. Fuera de los extremos, tanta susceptibilidad del musulmán medio es fruto de una formación religiosa que acentúa la figura del “infiel”, y tanto rencor occidental es fruto de años de ejes del mal y guerras atípicas y que no se llaman guerra, sino que asépticamente se denominan operación.
Esta servido el futuro, ya tenemos claro en todos lados quien son nuestros respectivos buenos y malos, Hasta el punto que una discoteca es capaz de levantar iras y contra iras.
Entradas relacionadas: