En nuestro recorrido turístico-viajero por las costas del Mediterráneo hoy pasamos por Francia.
En las tierras del croissant, de la ciudad del amor, de la torre Eiffel, del Louvre, de Normandía y de los Cataros también tiene su esencia playera.
En el país galo cuando uno piensa en glamur y verano todo junto no puede sino imaginarse rodeado de bellezas en un yate navegando frente a las costas de Niza, Saint Tropez o Cannes.
La costa azul le debe su nombre al escritor S. Liegeard, aunque no se le dio ese título por el color de sus aguas sino por motivos de heráldica.
Anteriormente esta privilegiada zona se llamaba Riviera de Génova, dada su cercanía con la ciudad italiana, y a causa de la azarosa historia de esta región zona de paso y cuna de la cultura francesa. Ese mestizaje entre los dos países es muy evidente tanto en la gastronomía como en las costumbres.
En Francia se reproduce aunque con matices la dicotomía entre la Francia Atlántica y la Mediterránea, al estilo de lo que pudiera pasar en España con Norte y Sur. El midi y la costa azul son la versión más amable y relajada del chovinismo, donde se dan los más altos estándares de calidad y el turismo de lujo. Lo mejor de lo mejor.
Una ruta de la elegancia sería la que ya hemos apuntado: Hyeres; Saint Raphael, Saint Tropez, Antibes, Grasse, Montecarlo y como colofón podemos cruzar la frontera italiana y visitar San Remo. Evidentemente el mayor atractivo de este viaje es la ostentación y el lujo, pero eso es caro. De hecho esta es la región del mundo dónde viven más millonarios.
Este es un viaje ideal para hacerlo en coche a ser posible descapotable, con calma y disfrutando del clima más fresco que el español que proporciona unos paisajes llenos de flores silvestres y embriagadores vinos de una calidad fuera de duda.